Madrid, 26 oct (EFE).- Juan Quero es bajito pero tiene un corazón muy grande. Vallecano de pura cepa, es el claro ejemplo del jugador nómada que se busca la vida fuera de España para asegurar el futuro de su familia. Emiratos Árabes Unidos, Bolivia, Tailandia, Malta y, ahora India, han sido los países en los que ha jugado un hombre que mira más por otros que por él mismo.
Allí ha dejado a su mujer y a sus dos hijos. En anteriores etapas, le acompañaron mientras jugaba al fútbol. Lo hicieron en Tailandia, pero en India, donde llegó hace meses para jugar en el DSK Shivajians, un club asociado al Liverpool, se han quedado en casa.
"Es difícil vivir aquí. Tengo familia y no tengo pensado traerlos. Para mí es complicado. Si fueran más mayores a lo mejor sería más fácil su integración, pero así... Vivo en una zona buena, pero la pobreza la ves igual. Me asomo por la ventana y puedo ver a gente viviendo prácticamente en chabolas", afirmó a EFE.
Ese contraste es continúo en el día a día de Quero. Cuando pasea por la calle, el caos se apodera de su entorno con gente vendiendo de todo, multitud de perros abandonados, vacas y cerdos interrumpiendo el tráfico sin ser molestados y, alrededor de todo eso, una comida a la que no acaba de acostumbrarse.
"Conducir es terrorífico y mejor no hacerlo. Te mueves con un coche del club. Si quiero ir a algún sitio, te lo ponen. Pero la comida es lo que más me cuesta. Es muy picante, cosas como la carne o el pescado solo las hay en algunos restaurantes. Un sandwich de jamón york que te puedes comer por la mañana es muy difícil de encontrar", dijo.
Ese problema le llevó a casi no comer cuando tenía que hacerlo junto al resto del equipo. Las cenas se las fabrica a su gusto en casa, pero sufre con los almuerzos de grupo. La llegada al club de un entrenador inglés y de futbolistas de Irlanda y Serbia, han aliviado su situación con la aparición más frecuente de la pasta.
Además, India no es un país muy futbolero. El crícket es el deporte nacional y dos Ligas compiten por hacerse hueco en el mercado. Una, la Superliga, es la extraoficial, la más comercial y en la que acaban sus carreras nombres conocidos como el de Diego Forlán.
Otra, la I-League, es la oficial, en la que juega Quero y en la que ha mostrado todas las cualidades que le hicieron conocido en España. En apenas una decena de encuentros ha marcado tres goles y ha creado un buen sabor de boca. Sin embargo, el indio aún es un torneo que necesita crecer. No es como la Liga, en la que debutó con el Numancia en el estadio Santiago Bernabéu en el curso 2008/09.
Atrás quedan esos tiempos en los que equipos como el Rayo Vallecano, el Alcorcón, el Polideportivo Ejido, el Córdoba, Las Palmas o el Elche, disfrutaron de un futbolista habilidoso, certero en el remate y con una velocidad endiablada. Ahora, Quero echa de menos respirar algo más de ambiente futbolero.
"A nuestro estadio van unas 2.000 personas. Se hace complicado. A otros estadios van 12.000 o 20.000. En la Superliga hay estadios con 50.000. La motivación es diferente porque el hincha te da mucho. No es lo mismo jugar con 2.000 que con 20.000. Pero te vas acostumbrando y sabes que cuando juegas con más grandes, te motivas más", explicó.
En solo unos meses, Quero se ha convertido en el capitán del DSK Shivajians. Con 32 años, tiene el carisma y la veteranía necesaria que su entrenador requiere para portar el brazalete y enseñar al jugador indio, más indisciplinado tácticamente que el europeo. Quero ha triunfado y se ha convertido en fundamental para su club, en el que de momento estará hasta el mes de mayo.
Sin embargo, ha pasado de jugar en el Bernabéu y ser aclamado en el Oriente Petrolero boliviano por miles de espectadores en la Copa Libertadores, a no ser reconocido por la calle en la ciudad de su club. Es el precio de jugar en la India, donde el fútbol, aunque crece poco a poco, tiene algo menos importancia que otros deportes.
Pero casi todo lo hace por su familia. En Asia, Quero tiene caché y currículum y, aunque allí a primera vista piensan que tiene 23 años por su aspecto juvenil, tiene 32 y su carrera poco a poco irá llegando a su final. Por eso, no le importa jugar en un lugar que no le dará fama en Europa y sí una soledad en un país ajeno que aguanta para dar un futuro a los que más quiere.
"Me he abierto un camino en Asia y tengo que aprovecharlo lo más posible porque esto cada vez se corta más. Queda muy poco de fútbol y miro por el futuro de mi familia. Por eso estoy aquí, si no, no estaría".
Aún así, Quero sueña con volver a algún equipo español. No se cierra ninguna puerta. A partir de julio espera tener alguna oferta. "Echo de menos España. Llevo cuatro años fuera y cómo se vive en España ,no se vive en ningún lado".
Son palabras de un jugador que ahora vive en la India una nueva experiencia que no cambiaría por nada del mundo. "Esto me hace crecer", dice mientras cierra los ojos para ver la imagen de su familia, por la que realmente juega a miles de kilómetros de su casa. Ese es Juan Quero, el pequeño futbolista que mide 1'58 pero que tiene un corazón enorme. Es el pequeño gran hombre.