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Sporting vs Tauro: Tocar poco para lograr mucho

Anunciaba Fran Perlo en la previa del partido del Tauro-Sporting que habiendo tenido tan poco tiempo con el equipo se limitaría a la hora de tocar cosas. “Con tan pocos días sería muy tonto mover las piezas, lo que si es que estoy hablando mucho con ellos, estoy intentando que me conozcan, sepan que busco como equipo y para todo lo que se viene”, declaraba el nuevo entrenador taurino.

Así fue, el Tauro salió con un sistema ya conocido y a la hora de organizarse priorizó el orden por encima de mover mucho su estructura. Ese mismo orden fue lo que al final le consiguió su primera ventaja en la llave; es más fácil lograr adaptarse en base a una estructura sólida previamente establecida, a moverse en dirección a un modelo de juego que aún no se ha logrado absorber.

Quizás por esto Perlo estableció un guion donde minimizaría riesgos ante un conjunto que ya tiene mucho más trabajo detrás, y en el que los jugadores ya despliegan lo que pide su entrenador de forma más orgánica. A pesar de la indivisibilidad de las fases que componen el juego, ataque y defensa no se comportan de forma parigual. La primera responde más a la creatividad y después al orden, y la segunda lo hace a la inversa.

El equipo albinegro creció sobre esta premisa, no atacó tanto, ni mostró tanta fluidez, pero impidió al Sporting moverse con facilidad sobre el césped. ¿Cómo? Estableció una presión que dificultaría los avances de la siguiente manera: uno de los mediocentros seria tapado por Aguilar, el extremo de lado débil se cerraría con el otro pivote y el lateral de costado fuerte se encontraría con el extremo dueño de esa zona, los laterales taurinos también saltarían muy lejos en caso de que el extremo rival viniera al apoyo sobre su compañero de banda.

Tauro dejaría uno de sus mediocentros en intermedias para poder contar con un hombre extra en caso de que Dwann o algún otro elemento se asomara para colaborar sobre la salida, también para generar algún posible cierre y crear 2vs1, o simplemente para ajustar salto en caso de que Edwin tuviera que dejar su pivote correspondiente para ir sobre el central si “los académicos” giraban el juego al otro lado (Imagen representativa).

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Con estos cierres sobre primeras líneas el equipo de San Miguelito tuvo problemas para salir jugando en corto y tuvo que recurrir al balón largo. Como se puede apreciar en la imagen, mover el cuero de un lado al otro es práctica mente imposible, por lo que una vez se llegaba a banda Sporting tuvo que enviar trazos hacia adelante para saltar las líneas.

De igual forma, cabe resaltar que si lo podían conseguir. Los pases que buscaban a los alejados eran medidos, no solo para rifar e intentar ganar segundas jugadas, sino para conseguir que el delantero pudiese hacerse con ella. En ese sentido fue altamente fiable Tomas Rodríguez, sobre todo en el segundo tiempo. El punta es un jugador de recorridos largos por todo el eje horizontal y su movilidad, frecuencia y repetición constante de esfuerzos, ayudaron al equipo a oxigenarse y asentar el bloque en campo contrario (imagen representativa).

Pero conforme fue transcurriendo el partido Rodríguez fue perdiendo fuelle, y así mismo, el conjunto de Borowski empezó a decrecer en dominio. Después del minuto 60 la búsqueda de alejados se convirtió en un ejercicio de imposición en el que Tauro salía vencedor, y podía viajar más cómodamente al otro lado de la divisoria, aunque aún con dificultades para elaborar.

La otra clave para que Sporting perdiese continuidad en sus posesiones fue el bloqueo sobre el pase de seguridad. Si los albinegros ya estaban en terreno propio y la altura del conjunto era inferior, ahí incrustaron a un jugador sobre ese pase/reinicio que siempre es útil para bascular las posesiones y movilizar la estructura del rival. Normalmente lo hacían con Córdoba o Aguilar (imagen representativa).

Pero lo que acabaría decantando el partido fue un patrón que se pudo repetir en algunas secuencias en la primera parte y que perdería continuidad en la segunda. Esto a la postre seria una vía útil para vencer al conjunto rojinegro, aunque sea algo más coincidente que buscado: la banda de Gálvan.

En el primer tiempo Tauro en su ataque posicional, trató de sacar de zona a Galván, aprovechar su espalda y exponer al central de ese costado -Dupuy en este caso- pero este se mostró fiable en sus duelos y no permitió que su par se le marchara (imagen representativa).

No fue el caso de Chen, que en el primer mano a mano que tuvo quedó tirado en el césped ante la potencia de Ronaldo Córdoba. Ya para el minuto que corría con él con ambos equipos extenuados por el esfuerzo y el calor del partido no supo activarse correctamente. El equipo fue muy lento en el repliegue y las líneas no se recompusieron bien, esto les supuso una mala transición que le abrió la puerta a los de Perlo.

Kevin Galván quedaba en intermedias sin abrirse lo suficiente para cerrar la línea de pase, tampoco muy cerca para apretar la salida de Peralta o a una distancia idónea para colaborar con su central. Aunado a esto se debe decir que hay mano del entrenador, pues ya Ronaldo para estas instancias no jugaba en banda, sino más centralizado, por lo que vivía en alturas superiores y podía arrancar transiciones desde alturas mayores. Al final, con poco, los taurinos hicieron mucho (imagen representativa)

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FUENTE: Jaime Alvarado

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