Guachené (Colombia), 13 ene (EFE).- Este sábado no fue un día más para el pequeño municipio colombiano de Guachené, ya que su hijo más notable, Yerry Mina, concitaba la atención del mundo del fútbol al ser presentado por el Barcelona y sus vecinos lo jalearon al son de la música en su patria chica.
En este rincón del convulso departamento del Cauca (suroeste), el espigado central que ya luce la zamarra del Barcelona, el nuevo astro del fútbol y estrella del país, sigue siendo sólo Yerry, el muchacho que creció con un balón pegado a los pies.
Los vecinos recuerdan sus andanzas de niño y cómo regresa a la casa familiar mientras mantiene su compromiso con la fundación que ha creado para ayudar a los jóvenes del lugar.
La madre, henchida de orgullo, describe a su hijo como "una gran persona, muy humilde" que "desde pequeño demostró esa fraternidad por el fútbol" además de querer "sacar a su familia adelante".
Como ella, muchos de sus vecinos se reunieron en la estación de Bomberos para seguir la presentación como si los más de 8.800 kilómetros que separan Guachené de Barcelona fueran apenas un suspiro.
Cuando su Yerry apareció en pantalla se desató la locura: gritos, vítores y canciones como si la selección colombiana hubiera ganado un Mundial.
A duras penas se fijaron en que Mina se mantuvo fiel a sus rituales y saltó al césped del Camp Nou descalzo, santiguándose y señalando el cielo.
Mucho menos escucharon sus primeras palabras ya transformado en el primer futbolista colombiano del Barcelona. Quedaron ahogadas en su pueblo natal por los petardos y los bailes.
"Yerry es una persona cargada de humildad, en diciembre estuvo (en Guachené) y va tranquilo por las calles, saluda a todo el mundo, juega sus partidos de fútbol y tiene su fundación para que los muchachos tengan mejores ideas para su futuro", subraya el alcalde del municipio, Oliver Caravalí.
De la estación de bomberos los vecinos salieron en caravana hasta la casa donde opera la fundación de Mina, allí sacaron fotos de Mina con la camiseta del Palmeiras y de nuevo tronaron los petardos y la música.
Mucho menos escucharon las fieles oraciones de Carlina Mina, la abuela de Yerry que hoy tampoco faltaron.
Carlina se confiesa como "la abuela mas orgullosa del mundo" ante un "nieto tan bello, decente, formal y humilde".
El orgullo de abuela se mezcla con la alegría por haber tenido un nieto que "se ha dejado guiar por los padres" para ir "por el buen sendero".
Más contenido se muestra Seifar Aponzá, entrenador de la escuela de fútbol Raíces donde Mina comenzó su andadura en el fútbol a los cinco años.
"Las palabras sobran ante la magnitud de los hechos, Yerry catapultó el fútbol de Guachené y dices 'ahí es donde vale la pena tanto esfuerzo'", comenta Aponzá a Efe.
El técnico recuerda como Mina llegó al club "con ganas de ser portero" como su padre, pero después de sus primeras experiencias vieron que su posición debía estar en otro lado de la cancha.
Sin embargo, Aponzá explica que no fue sino hasta los 12 años cuando "fue mostrando una faceta diferente" en la cancha.
"Entre los cinco y los doce no era tan vistoso. Lo llevó allá su inteligencia de juego, se esforzó, se sacrificó, luchó y hoy vemos materializado el esfuerzo", subraya.
Para su primer entrenador, no hay duda de que Mina se hará un hueco en la competitiva plantilla del Barcelona, tal y como hizo antes en el Deportivo Pasto, en el Independiente Santa Fe o en el Palmeiras gracias a su "carisma y actitud".
Eso sí, antes de terminar, no puede evitar enviar un recado al Gobierno nacional, a quienes le pide una cancha digna para que los futuros Yerrys puedan abrirse paso.