Lhasa (China), 23 sep (EFE).- El primer equipo de fútbol estable de Tíbet es una entidad de mucha altura, pues aunque por ahora es solo semiprofesional, juega en el estadio más elevado del mundo, a unos 3.600 metros sobre el nivel del mar.
Fundado hace trece meses, el equipo juega por ahora una competición china entre equipos aficionados, aunque aspira a integrarse en el sistema profesional y entrar en la segunda división nacional.
"Hay gente que piensa que puede ser peligroso jugar a esta altura, pero hemos roto barreras", afirma a un grupo de corresponsales extranjeros el presidente del club, Cidan Duoji.
A pesar de que Tíbet ha sido una tierra tradicionalmente cerrada al exterior, Cidan asegura que "aquí jugamos desde niños al fútbol, es un deporte muy popular".
El equipo está patrocinado por la empresa Jing Tu, de la que Cidan es vicepresidente. La empresa elabora productos alimentarios naturales y ya patrocina a equipo de la liga profesional de baloncesto china y estudia crear una sección de fútbol femenino.
Por ahora, el principal problema es la altura y lograr que otros equipos del resto de China vengan aquí a jugar, pues hace falta un período de aclimatación.
Cidan presume además de que jugadores y cuerpo técnico son de diferentes etnias, tibetanos y han (la etnia abrumadoramente mayoritaria en China) y de que el equipo es un ejemplo de armonía en una región que vivió sus últimos disturbios étnico-políticos en 2008.
De los 28 jugadores, todos de Lhasa, un 90 por ciento son de etnia tibetana y los demás son han, y la comunicación interna es en mandarín.
La mayoría de los jugadores son aficionados, pero algunos son semiprofesionales y cobran un salario de 5.000 yuanes (unos 667 euros) mensuales, lo que permite salir adelante de forma aseada entre los precios accesibles de la capital tibetana.
Uno de los que tienen salario es el capitán, Luosang Shanzu, un tibetano de 29 años que ha abandonado temporalmente su trabajo como profesor de educación física y deportes para centrarse en su sueño futbolístico, aunque cuando se retire piensa volver a la formación.
"Adoro el fútbol y quiero formar a los niños", asegura el jugador, que se confiesa admirador del Real Madrid, el Barça y el Bayern.
"Me gusta ver la liga española y me gustan Messi y (Cristiano) Ronaldo", añade Luosang, si bien confiesa que su jugador favorito es otro centrocampista, el chileno Arturo Vidal (Bayern).
También le encanta la selección nacional española: "muy buena", recalca, así como (Diego) "Simeone", el técnico argentino del Atlético de Madrid.
La mezcla étnica está simbolizada en el entrenador, Ze Sheng, hijo de una tibetana y un han, y que explica que todos sus jugadores tienen muy buena capacidad física y pulmonar, gracias sin duda a la altura a la que viven y entrenan, aunque a algunos les faltan dotes técnicas.
"Nos centramos en la técnica, aún no tenemos tantas dotes como para poder hablar de un estilo definido de juego en el equipo", explica Ze, preguntado sobre cuál es el estilo que busca imprimir a sus hombres.
La conversación tiene lugar mientras varios de los jugadores hacen un rondo en las proximidades, en el que no faltan pases de tacón y otros detalles técnicos, y otros, divididos en dos equipos, juegan un partidillo en el estadio de Lhasa.
¿Y las equipaciones Kelme? El presidente Cidan explica entre risas que fue casi "un accidente", pues buscaban un color verde profundo que fuera lo más parecido a los colores de la compañía.
Para Luosang, el capitán del equipo, se muestra sorprendido de llevar equipaciones de una marca española aunque no deja de reseñar que son muy cómodas.