Los Ángeles, 31 oct (EFE).- Con 33 medallas al cuello, la hegemonía mundial del equipo de natación estadounidense quedó patente en los pasados Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, pero tras este éxito hay una realidad menos glamurosa: la falta de diversidad étnica en un deporte que algunos señalan como "elitista".
"Nuestro objetivo es que los datos demográficos en la natación reflejen los del país", dijo Juan Caraveo, consultor del programa de diversificación de la organización. "Y esto va a llevar un tiempo".
En los últimos años, USA Swimming ha intensificado los esfuerzos para incrementar la presencia de nadadores de grupos minoritarios en piscinas de todo el país. Y a juzgar por el equipo que compitió en Río, algo se está logrando, porque es el que mayor diversidad étnica ha demostrado en la historia de la natación estadounidense.
Según un estudio realizado por la organización, entre 2005 y 2015, el número de nadadores hispanos aumentó el 77 %. Sin embargo, la representación hispana apenas llega al 3 % de los 300.000 nadadores registrados con USA Swimming, una cifra aún alejada del 14 % al que aspira la organización y que la situaría a la par con el porcentaje de la población latina del país.
Los expertos coinciden en que todavía existen factores económicos, históricos y creencias culturales que dificultan el acceso de las minorías al mundo de la natación.
"Para los hispanos, aprender a nadar no es algo que ellos creyeran que pudieran hacer porque en su familia nadie lo hacía", aseveró a Efe Kacy Ota, que durante 20 años ha sido entrenador en California y selecciona a niños para que participen en campamentos de verano.
Y es que en hogares donde ninguno de los padres nada la probabilidad de que un pequeño sí lo haga se reduce al 15 %, independientemente de la etnia.
La falta de medios económicos tampoco favorece la integración de las minorías a este deporte.
Cavero explicó que en regiones del sur del país como Texas, e incluso en Washington D.C., el acceso a la natación es más limitado porque hay menos piscinas y éstas se encuentran en clubes privados, lo que obliga a las familias a disponer de mayor poder adquisitivo.
En áreas rurales, como la ciudad californiana de Bakersfield, tampoco hay una infraestructura que facilite la incorporación de los hijos de inmigrantes latinos y de familias modestas a este deporte.
"He hablado con entrenadores de la zona y me dicen que no tienen una piscina y que tienen que entrenar en el canal", relató Cavero.
Añadió que, para los afroamericanos, la segregación racial fue por mucho tiempo como una barrera entre los niños y las piscinas.
Para cambiar esta realidad, USA Swimming comenzó en 2007 a fomentar el deporte a través de programas nacionales como "Splash", que ofrece cursos a niños de distintas etnias y bajos recursos.
"Desde su nacimiento ha tenido un gran éxito. Hemos dado cuatro millones de dólares en ayudas por todo el país para que los niños reciban clases económicas o gratuitas. Hace que los niños se entusiasmen pensando que algún día puedan ocupar un podio olímpico", explicó Nailah Ellis Timberlake, portavoz de la organización.
Recientemente, varios entrenadores y voluntarios del equipo de natación de la Universidad del Sur de California (USC) acudieron a una escuela de Los Ángeles y dieron clases gracias a una beca de 120.000 dólares que recibieron de Dick's Sporting Goods.
"Hemos dado clases en la Escuela de Educación Secundaria Bethune con grandes resultados a niños de familias de bajos recursos hispanas y afroamericanas", explicó a Efe Paul Goldberg, director del equipo de natación de USC.
Sin embargo, el entrenador matizó que "la habilidad de continuar este programa ha estado limitada por la falta de ayudas económicas desde que agotáramos los fondos iniciales".
Goldberg también corroboró que la "diversidad" en USC ha aumentado en los últimos 30 años y que ahora, entre el 15 y el 20 % de los nadadores pertenece a grupos minoritarios.