Felipe Baloy mostró un primer esbozo de lo que puede llegar a ser como entrenador, tras ganarle la partida a Ameth de León en su primer clásico como técnico taurino. El encuentro lo marcaron los suyos desde el dominio de los ritmos, las zonas y lugares a donde querían llevar a Plaza, y un ataque (tanto posicional como transicional) vertical pero muy efectivo.
La otra clave desfavorable es que adelante había poca movilidad, pocos desmarques de los alejados o pocas intenciones de venir y ser receptor intermedio para girar la presión. Solo Ovidio lo supo interpretar en algunas ocasiones, pero de manera insuficiente. Tales males repercutieron en hacer al equipo largo y espeso, muy acelerado en ocasiones sin estar cohesionado para la perdida. Esta mezcla entre posicionamiento y deficiente rendimiento individual de algunas piezas obligó a Plaza a jugar en largo en muchas ocasiones sin que nadie hubiese tirado el desmarque, o impulsando directamente duelos individuales que, ganadores como Asprilla, Negrete, Vargas y Díaz, convirtieron en un festín de recuperaciones para salir al contragolpe.
Por su parte, los de Baloy estrecharon muchísimo el bloque, hasta el punto de, por momentos, hacer que extremos se retrasaran para emparejar en la medida de lo posible las subidas de los laterales de Plaza y así mantener a sus homónimos de posición por dentro. Aunado a una enorme falta de amplitud de los leones, Tauro no precisó de abrirse en demasía. Hubo gran trabajo de Brownie y Blackburn para orientar presiones, haciendo que el punto mencionado sobre la acumulación hombres en primera altura cobrara sentido (Plaza no supo salir con pocos efectivos).
Tauro, en contraste con el inocuo ataque placino, siempre tuvo sus ideas claras. Su plantilla está llena de futbolistas que brillan cuando tienen que ser profundos. Los desmarques y la celeridad de Goluz, los apoyos de Brownie haciendo de enlace para habilitar a los de arriba o situar en ventaja a los de abajo y una compenetración máxima entre laterales que vuelan y extremos que van por dentro (sello distintivo de la pizarra de Baloy en estas primeras jornadas) pusieron la guinda a un clásico donde los taurinos fueron muy superiores.