La noticia corrió como pólvora la noche de este lunes 30 de septiembre. Pete Rose, el héroe de muchos y líder en imparables conectados en todos los tiempos en Grandes Ligas partió al encuentro con el Señor. Vaya golpe. De esos que en cuestión de segundos son capaces de achurarte el corazón.
No tuve la dicha de conocer a Rose en persona, pero eso no es impedimento para reconocer que se ha ido uno de los más grandes que ha pisado un terreno de juegos y sus estadísticas de por vida así lo ratifican. En 24 campañas con los Rojos, FIlis y Expos, él acumuló más juegos que nadie (3,562); más turnos al bate que nadie (15,890) y también más hits que nadie (4,256).
¿Les suena poco? Ok. A eso súmenle el premio de Novato del Año (1963); el de Jugador Más Valioso en la Liga Nacional (1973); tres coronas de bateo (1968, 69 y 73); dos Guantes de Oro; un Bate de Plata; tres anillos de Serie Mundial (1975, 76 y 80); más un premio de Más Valioso de Serie Mundial (1975).
Terminada su carrera en 1986 y siendo reconocido como una de las grandes luminarias de la famosa 'Gran Maquinaria Roja' que tuvo Cincinnati en la segunda parte de la década del 70, Rose parecía destinado a cerrar con broche de oro su paso por el béisbol cinco años después cuando fuera elegible para ingresar al Salón de la Fama de Cooperstown, pero todo se derrumbó.
Para 1989, cuando Rose cumplía su sexta campaña como timonel de los propios Rojos (las tres primeras fue jugador/director) un informe de John Dowd tras una investigación solicitada por Major League Baseball (MLB) precisó que él había estado apostado, algo ilegal para quienes están en esta disciplina. Él lo negó.
Tiempo después, el entonces comisionado Bartlett Giamatti le prohibió a Rose estar ligado al béisbol. Más tarde pasaría varios meses en prisión tras ser condenado por evasión fiscal.
Los años venideros, Rose hizo varias peticiones a los comisionados de turnos para que se le levantara dicha suspensión, pero eso no sucedió. Luego en el 2004 aceptó en su autobiografía que sí había apostado en juego de béisbol en los que incluso participan los Rojos, pero nunca en contra de los suyos.
Recuerdo una conversación que tuve en enero del 2007 con el cubano Tany Pérez, ex compañero de Rose en los Rojos y miembro del Salón de la Fama durante una Cena de Gala que realizó la fundación del ex grandes ligas panameño Omar Moreno. Aquella noche fue una de las tantas veces que Pérez abogó porque a Rose se le levantara la sanción.
"Por muchos años lo he dicho: Pete Rose debe ingresar al Salón de la Fama. Yo creo que se le dio el castigo y son muchos años. Ya pagó", me comentó Pérez aquella noche y así lo plasmé en una nota publicada para aquel entonces en el diario Panamá América. Dicha nota fue replicada por una agencia de noticias internacional.
Pero las peticiones de Pérez y de mucha gente nunca fueron bien escuchadas. A Rose se le cerró una y otra vez las puertas de la inmortalidad por uno de esos "errores" que como humanos estamos expuestos a cometer en nuestras vidas.
Ojo, no estoy diciendo que se debe premiar a quienes fallan. No. Lo que todavía no entiendo es cómo la MLB le mantuvo el veto a Rose, aun cuando él al final terminó aceptando que había fallado y cuando hoy en día ese ente regente de la mejor liga de béisbol del mundo es aliada de casas de apuestas. ¿No es una total incongruencia?
Da pesar que Rose se haya ido de este mundo sin ver su placa en el nicho de los inmortales de Cooperstown. Soy del pensar que si eso no sucedió estando él en vida, ya no debe pasar. Y ojalá que nunca se le ocurra a nadie con poder y mando emitir un perdón porque más que honrarlo sería ofenderlo por todo lo que vivió, sufrió y esperó durante ese destierro del deporte que amó. Ya es tarde. Eso debió darse en vida.
Se fue Pete... y de seguro ahora tiene un lugar especial en el salón celestial, un lugar que bien se lo ganó con lo que hizo en el terreno pues de seguro sus debilidades y pecados allá arriba quedaron borrados.
Nota por: Aurelio Ortiz González