El periplo de CAI en la Copa CONCACAF continuará, al menos, otra jornada más, luego de mostrar sus credenciales y hacer ver a incrédulos (si es que aún podría haber alguno), que lograría plantarse en instancias finales venciendo a Motagua. Lo ha hecho a través de un fútbol vertiginoso, fluido, con variedad de matices y mucha opulencia en las fases del juego. Actualmente no hay mejor presente en una escuadra panameña que el que viven los chorreranos.
Defensa y presión
Narváez repitió el XI de la ida ante los hondureños, pero esta vez haría un cambio sustancial que repercutiría en el inicio de juego de Motagua. Ensuciaría su salida desde centrales y le impediría progresar cómodamente. Si en el primer encuentro buscó llenar el centro del campo en fase defensiva con un 4-1-4-1, en este buscaría incrustar un hombre más en primeros saltos a presión pasando a un 4-4-2 o 4-4-1-1. Quien acompañaría a Small como segundo "punta" sería Hurtado, por detrás la pareja Águila y Cunningham, y los extremos cerrarían sobre los laterales rivales.
Motagua buscó salir a través de sus dos centrales, más su mediocentro cuando trataba de pasar a campo contrario, y ahí CAI lo capturó. El primer punta, ya fuera Small o Hurtado, dirigían y orientaban a la zaga a jugar fuera, mientras el segundo cerraba la conexión sobre el pivote. Ambos estuvieron sublimes asumiendo la tarea y Motagua no encontró respuestas desde el colectivo que le dieran una solución. Normalmente, si se presiona en este tipo de sistemas, el pivote muchas veces queda suelto, pero el equipo catracho poco hizo para liberarlo. Esto repercutió en líneas siguientes, pues ni pudieron avanzar y forzar saltos de la media, ni pudieron generar fuera porque CAI basculaba fácilmente.
Cuando el balón viajaba hacia el exterior, los 'vikingos' lograban enjaular y crear superioridades en esa zona. Ayudó al enorme ejercicio defensivo otros puntos que se manifestaron: la escuadra azul estuvo larguísima a la hora de relacionarse, con puntas y extremos más cerca de la línea defensiva que de la sombra de los mediocampistas chorreranos. Esta despoblación de las intermedias concedía a los de Narváez la posibilidad de defender de frente, sin que nadie les incomodará por detrás o les fijara y retardara al momento de ir a marcar.
Respuestas y soluciones
¿Qué les quedó? Jugar directo, buscar capturar las caídas o ganar los duelos contras los centrales. No ocurrió ni una cosa ni otra. Davis y Ramírez fueron un frontón contra los delanteros, y la media casi siempre lograba atrapar la segunda jugada. Hubo pocos resquicios que permitieran a los hondureños dar sensación de peligro. Tras robar, CAI era profundo. Atacaba la espalda de última línea con los de arriba y los lanzaba con una zaga que se desajustaba constantemente.
¿Cuándo CAI no podía correr de primeras y debía atacar pausado, que hacía? Narváez, a diferencia de su similar en el banquillo catracho, pidió a su equipo que iniciara con los dos pivotes más abajo, pues el rival también presionaba con dos puntas. Quería asegurar bien su primer pase para luego escalar con el balón limpio. Y así fue, pues la pareja de puntas hondureños a veces iban sobre centrales sin tapar bien al mediocentro, dando margen para jugar y gobernar. Otro punto sobre el cual creció CAI en esta fase, fue meter a los extremos dentro.
Conteras junto a un gran Hurtado sobrecargaron el carril central, ayudando al equipo a asociarse bien, desajustar al rival y liberar espacios en varios sectores. El propio comportamiento de los extremos, obligaba al lateral a cerrarse, de ahí nació el segundo tanto panameño. La cantidad de segundo movimiento que aparecía, como Cunningham llegando a posiciones más adelantadas, Serrano conmutando zonas, y el propio Hurtado por detrás de media rival, girando, sacudiéndose la presión y distribuyendo, hicieron que los últimos 15 minutos del primer acto dictaran sentencia a la eliminatoria. Una exhibición de CAI ante un rival de primer orden.