Llegar a los Juegos Olímpicos es un logro que miles de atletas a nivel global se plantean con ilusión. Clasificar y competir por una medalla lo hacen unos pocos, pero solo los mejores alcanzan la gloria.
Aquí, la historia de una corredora que superó fuertes dificultades, excedió sus límites y se convirtió en un símbolo inspiración en una época de segregación racial. Su historia quedó inmortalizada y su actuación fue registrada como una de las más dominantes de la historia de los Juegos Olímpicos. Esta es la historia de Wilma Rudolph.
Los inicios de Wilma
Wilma nació en Tennessee, Estados Unidos y tuvo 21 hermanos. Vino de una familia modesta, su padre Ed fue mozo de tren y su madre Blanche fue empleada doméstica. Desde pequeña, pasó la mayoría de su infancia enferma. Nació de manera prematura y sufrió una doble neumonía a los 4 años.
Cuando se contagió de Polio a los 6, perdió movilidad en una de sus piernas y los doctores diagnosticaron que sería improbable que volviera a caminar. Pero a los 12 años, Wilma recuperó la autonomía de su pierna con terapias y esa tenacidad que siempre la caracterizó, la llevó a sobrepasar los límites que la frenaban.
Participaciones en los Juegos Olímpicos y post-carrera
Mientras cursaba la secundaria, Wilma se apasionó por el baloncesto y se convirtió en una magnífica corredora. Pronto empezaría a ganar pruebas locales y estatales de atletismo y con tan solo 16 años, se clasificaría a los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956. Alcanzó la medalla de bronce en los relevos 4 x 100 metros con Estados Unidos, pero no dejaría morir su sueño con ese resultado.
Cuatro años más tarde, Wilma se volvería a clasificar a las olimpiadas de Roma en 1960, donde mostraría un dominio nunca antes visto por una atleta olímpica.
Ganó el oro de manera individual en los 100 y 200 metros, y sumó una tercera medalla de oro en los relevos con el conjunto americano, ayudando a remontar la carrera. La Gacela Negra batió los récords de estas tres competiciones e impuso nuevas marcas mundiales, para consolidarse como la mujer más rápida de la tierra y contra todo pronóstico.
Rudolph se retiró del atletismo a los 22 años y siguió una vida filantrópica. Realizó viajes a África, representando a Estados Unidos como embajadora en eventos deportivos de caridad. Al finalizar su carrera deportiva, optó por ayudar a jóvenes de barrios populares en diferentes ciudades en su país natal. También fue activista en una protesta por los derechos civiles en Clarksville, ciudad donde creció y lograron quebrar la segregación social que imperaba en la población.
- Wilma Rudolph
Redactado Por Jhavid Zapata