El encuentro comenzó con un ritmo frenético. Los Gunners salieron decididos a imponer su estilo, presionando desde el primer minuto. A los 3’, Merino rozó el primer gol con un cabezazo peligroso que se fue apenas desviado. Poco después, Martinelli exigió a Donnarumma con un disparo a quemarropa, y Ødegaard también puso a prueba al arquero italiano, que respondió con solvencia. Durante los primeros 15 minutos, el PSG estuvo acorralado, resistiendo los embates del conjunto londinense.
Sin embargo, los parisinos lograron reaccionar. Kvaratskhelia encendió las alarmas con un potente disparo que se estrelló en el poste. Poco después, en el minuto 27, Fabián Ruiz desató la euforia en el estadio con una espectacular media volea de zurda que venció a David Raya. El gol no solo abrió el marcador, sino que también enfrió el ímpetu del Arsenal, que perdió intensidad hasta el final del primer tiempo a pesar de los intentos aislados de Saka por la banda derecha.
En la segunda mitad, el PSG adoptó un enfoque más conservador, apostando por el contraataque. Saka siguió siendo el más peligroso del Arsenal, obligando a Donnarumma a otra gran intervención con un tiro con efecto. El París tuvo la oportunidad de ampliar la ventaja tras una mano de Lewis-Skelly en el área, pero Raya adivinó el penalti de Vitinha y mantuvo con vida a su equipo.
Pese al fallo, los franceses no se rindieron. Apenas cinco minutos después, Achraf Hakimi se redimió con un potente disparo desde fuera del área que se coló cerca del poste derecho, poniendo el 2-0 en el minuto 72. Aunque el Arsenal respondió rápidamente con un gol de Saka al 76’ que silenció momentáneamente al estadio, los londinenses no lograron concretar sus últimas oportunidades, incluyendo un disparo final del propio Saka que no encontró portería.
Con esta victoria, el PSG jugará su segunda final de Champions League en menos de una década, y buscará, ante el Inter, levantar por primera vez en su historia el trofeo más importante del fútbol europeo. ¿Podrá conseguirlo? La cita está marcada.
Por: Rodolfo Mendoza