Se me eriza la piel. Lloré y no me da pena. Experimenté un sentimiento bonito. Apenas escuché el pitazo final en Nueva Zelanda, sentí paz y recordé a todas las personas que han luchado por mantener vivo al fútbol femenino. Señoras y señores, ¡Panamá estará en el Mundial Femenino por primera vez en la historia y vengan como quieran!
Lo digo y todavía no me lo creo. Con tan poco, estas guerreras lograron una hazaña casi imposible. Con una liga corta en fechas y débil en estructura, eliminamos a Paraguay. A la Paraguay que juega Copa América, a la Paraguay que tiene clubes en Copa Libertadores, a las paraguayas con cuádriceps de roca y vida de profesionales.
Lo que logró un desconocido 'Nacho' Quintana y sus dirigidas, es para cerrar la Calle 50 y ser homenajeadas por todos. Es enorme. Es un homenaje para Cristian Saborio hasta el cielo, para Amarelis de Mera mientras lucha con una preocupante enfermedad y para más de 20 años de fútbol femenino con altibajos. Nuestro fútbol femenino tuvo que tocar suelo para levantarse y ser tomado en cuenta por todos. No fue fácil. En el camino se derramaron muchas lágrimas por suspensiones y menosprecios de muchos dirigentes.
Espero y ruego que con esta clasificación a Australia y Nueva Zelanda 2023, nuestra LFF sea más profesional. No meremos una liga tan improvisada. Ya es hora darle la importancia que se merece al fútbol femenino panameño.