El Sporting sufrió un duro reves en su debut en la Copa Centroamericana. La apuesta agresiva de David Doniga se quedó a medias durante los 90 minutos y solo un pequeño tramo de partido (los primeros 20 y la parte final del complemento) fueron aristas rescatables para la escuadra de San Miguelito.
Motagua aprovechó la valentia de Sporting para castigarlo mediante sus extremos. No lo hizo de formas tan variadas, pues muchos patrones se llegaron a repetir en el encuentro. Como los carrileros sportinguistas tenían la encomienda de incomodar a laterales contrarios, estos les atraían, y a partir de ahí se conectaba con los extremos. El problema no era la atracción per se, sino que se coaccionaba a los centrales a tener que salir fuera de las inmediaciones del área por la tardanza y falta activación de los mediocampistas. En ese sentido, salvo Heraldéz, la medular del Sporting estuvo muy floja. Tanto llegando para subsanar daños por el exterior (algo necesario si se busca presionar con carrileros de forma tan vehemente), ni tampoco cerrando sobre la segunda jugada. Más allá de la colocación, fue la poca interpretación en los recorridos. Aunado a esto, los movimientos de los puntas desordenaron demasiado la línea de 3 centrales, de modo que, en diversas instancias, no podían repartirse bien a lo ancho del terreno de juego imposibilitando las llegadas a tiempo a los costados. Este cóctel fue un festín para los punteros hondureños, en especial para Yeison Menjivar, que estuvo estelar.
Con balón todo muy diferente: el conjunto de Doniga parece tener ideas muy claras de como desbalancear sistemas defensivos con mucha suficiencia. Al menos así lo hizo en su fase de inicio y progresión, donde los movimientos de su mediocampo siempre lograban eliminar a la línea de medios de la ecuación. Lo hacia gracias a su prestablecida superioridad numérica en varias zonas desde su modulo . Sus centrales tenían el 3vs2 al iniciar juego, algo que buscaba romper Motagua emparejando con uno de sus extremos, pero que siempre acababa abriendo puertas para el avance panameño.
En el siguiente peldaño el trivote se media a los 2 mediocentros, y desde los movimientos, atracciones y un reparto coherente de espacios se lograba romper el bloque contrario. El triangulo de la medular se invertía, pues Tello pasaba a la entre líneas y Pimentel se instalaba más en la base para colaborar con la salida. Aquí hubo un punto beneficioso y su contrapunto: Pimentel en base tiene buen rango de pase y visión para activar en el momento justo, y eso ayudó al equipo a descongestionar basculaciones, dando principalmente con Casazola en lado opuesto. Pero Tello estuvo demasiado enfocado en recibir, girar y crear tras presión. Sus cualidades ofensivas son muy útiles para profundizar (tiene buen desmarque desde segunda línea y sabe dar continuidad), pero no tanto si debe ser origen de las pre-ocasiones en el espacio entre zaga y medular. Ahí se quedó corto.
Aunque no fue solo él, cuando se sobrepasaba la altura media y se plantaba en el tercio final, al equipo en general se le apagaron las luces. Bajos rendimientos como los de Aparicio, Jorlian, o Casazola, sumando a una tendencia a acelerar las jugadas antes de tiempo (no se masticaban lo suficiente para dar calidad a la finalización), derivaron en perdidas y ataques sin haber movilizado lo suficiente la línea de defensores. Esto en conjunto con la altura mencionada de los carrileros, hacia que las transiciones rivales y el vuelo de los extremos, fueran enfrentamientos constantes ante los centrales. Al final, solo los cambios y el debut de Gaby Torres, dieron un poco de color al Sporting en un día gris.