¿Thomas Christiansen, qué cambió?

Análisis y reflexión del modelo de juego de Thomas Christiansen cuando Panamá juega con línea de 3 o 5 defensores y cuando cambia a línea de 4.

El fútbol por su naturaleza indómita y aspectos caóticos suele muchas veces no premiar con resultados el buen hacer de un equipo. No entiende de estética y no disocia lo bueno de lo malo. Es incierto y como tal, es imposible reducirlo en su totalidad. Por tanto, que un equipo “juegue bien” – entre comillas porque esto se atañe a la subjetividad – no significa que los marcadores serán favorables. Aunque sí que puede incrementar el porcentaje de éxito, el resultado nunca estará ligado a un buen juego y como ya es consabido en este deporte, eso manda.

Thomas Christiansen, en un ejercicio alocéntrico pero lógico, ha girado su modelo de juego en otra dirección. Como ya sabemos, el futbol como ente social, no rehúye a la opinión popular. El buen juego y sensaciones con las que el aficionado se identifique se diluye sin resultados que lo respalden. A Thomas se le exigen resultados antes que juego. A pesar de que se alabara su propuesta primeriza, lo cierto es que al final los objetivos conseguidos son lo que verdaderamente importan. Unos demandarán juego antes que resultados y otros lo harán de manera inversa. Sea como fuere, solo las victorias respaldaran al danés de seguir al mando de Panamá, y difícilmente no creara una disparidad de criterios entre jugar a algo atractivo y sacar el resultado de forma que sea. Así es el fútbol.

Después de la decepción de las eliminatorias Christiansen no podía quedarse de brazos cruzados. Debía moverse hacia otros derroteros que, quizás, no eran parte de su plan inicial, pero que urgían si quería y quiere seguir compitiendo al máximo nivel. Panamá había mostrado una cara nueva: un futbol atrevido que no entendía de jerarquías del rival, que buscaba protagonismo, verticalidad, buen trato de balón y presión alta; estas eran a grandes rasgos, armas intrínsecas de su modelo. “Lo más importante como entrenador es plasmar tu idea de juego y que el jugador la entienda y se sienta a gusto. Si ellos creen, serán capaces de todo. Por eso ahora se atreven a ser protagonistas, a tener la posesión y sobre todo, están cómodos, respaldados y con confianza”, dijo para The Coches Voice en 2021.

¿Qué ha variado en su forma de jugar?

Un bienio después, la radicalización de la idea se ha tornado más laxa, con una propuesta menos agresiva a la hora de afrontar los partidos. Ya sea por haberse quedado corto en determinados aspectos por el perfil y nivel de los jugadores, o por haber ganado más experiencia dirigiendo en el área de CONCACAF, o quizás las dos, el entrenador parece haber abierto la veda a un fútbol más amplio, contemplando nuevos horizontes y dotando de más registros al equipo para ganar adaptabilidad según el escenario abordado. Para ello, se ha valido de una modificación en el sistema. Su inamovible 4-2-3-1 se cambiado a un esquema de 3 centrales, que varía según lo que busque en el medio o arriba con balón, pero que a efectos prácticos siempre cierra con una línea de 5 en el fondo con los dos carrileros anexándose al trío de zagueros. El mismo puede presentar también otros módulos: tres o dos centrocampistas, tres o dos delanteros y carrileros que sean defensores puros o adaptar jugadores más ofensivos a la posición. El primer sistema de juego no ha desparecido de sus planes, pero ya no es una normativa plasmarlo de inicio.

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Panamá en su último partido contra Costa Rica no apretó arriba y se movió dentro de un 5-2-3 y un 5-4-1, dependiendo de la altura a la que lo obligasen a defender 'los ticos'.

Panamá en su último partido contra Costa Rica no apretó arriba y se movió dentro de un 5-2-3 y un 5-4-1, dependiendo de la altura a la que lo obligasen a defender 'los ticos'.

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Panamá organizado en un 5-3-2 zonal. Espera a un avance determinado para comenzar a ensuciar la posesión rival.

Panamá organizado en un 5-3-2 zonal. Espera a un avance determinado para comenzar a ensuciar la posesión rival.

Panamá en su primer año con el danés mantuvo un bloque alzado bastante frecuente. Con una repetición de patrones muy marcada en un 4-4-2: dos puntas que gestionan casi por completo a las primeras líneas enemigas, orientan la presión e intercambian marcas, y los de atrás se van emparejando de manera individualizada o mixta dependiendo del oponente. La intencionalidad era invariable. El temor a la ofensiva rival, casi inexistente. La nueva Panamá no es un equipo que haya renunciado por completo a esto, pero sus pretensiones han bajado. Es mesurado en cuanto a las pautas de presión a seguir. Por ejemplo, parte de un bloque medio a alto, y según el rival lo sube de forma puntual. Ni muerde con ahínco, ni lo busca con obsesión. Se resguarda antes de exponerse, como si cualquier paso mal dado pudiera suponer un gol en contra.

Durante la fase clasificatoria, un hecho irrefutable fue que Panamá se hizo endeble en su fase sin balón. Ganó poderío arriba, marcando 17 tantos, los mismos que México; pero recibió 19, siendo esta la razón por la cual no se consiguió acceder a Qatar 2022. La ‘Sele’ no estuvo inmaculada a la hora de proteger su arco, ni minimizó el impacto de las llegadas adversarias como para conseguir los puntos requeridos de cara al Mundial.

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Ejemplo de Panamá presionando durante la octagonal.

Ejemplo de Panamá presionando durante la octagonal.

En su fase ofensiva, Christiansen trabajó sobre un conjunto que eminentemente buscaba ser protagonista. El contexto daba un poco lo mismo, el peso debía ser de Panamá (en casa especialmente). Seguramente, porque en su sentir por el juego, la selección podría encontrarse más cómoda a partir de un dominio que involucrase la tenencia de la pelota como máxima. Esto se logró, pero a medias. El equipo llegó a recibir 10 goles en transición de los 19, más de la mitad. Y es que las fases del juego tienen una interrelación: todo lo que hagas con balón condiciona lo que pasará a posteriori sin él. Ni a nivel defensivo el equipo se logró curtir bien, ni a nivel ofensivo se compactó lo suficiente cuando elaboraba para protegerse tras la pérdida. Esto expuso a los centrales de manera más recurrente, haciéndolos propensos al fallo.

Todo ello ha conllevado a ver una selección más minimalista si se quiere, y con un enfoque más pragmático con el esférico, especialmente cuando forma la línea de tres centrales. No se progresa al unísono de manera sistemática, hay más distancia entre las fichas al relacionarse, y el juego directo se hace más constante. Un caso que podría ser paradigmático es como ante Camerún y Arabia el equipo jugó con un trio de mediocampistas, que muchas veces tendieron a pedirla al espacio y no acercarse al balón para intervenir con él. Una inclinación que, sin ser un cambio rotundo, sí es significativo.

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Panamá atacando con sus sistema de 3 centrales más carrileros.

Panamá atacando con sus sistema de 3 centrales más carrileros.

Línea de tres y cuatro: dos mundos distintos

Aun queda la incertidumbre de si todo esto se produce por el funcionamiento del equipo con el tipo de línea mediante la cual se organice o si por el contrario es algo buscado según el reto enfrentado. Ambas opciones son válidas, pero algo que es ineludible es que los datos dictaminan cierta tendencia en el desarrollo de su fútbol entre usar una zaga con tres elementos y una con dos centrales más los laterales.

Panamá en el último año con su línea de tres baja sus ratios de posesión, oscilando un 44 por ciento en ellos, a diferencia de la línea de cuatro, donde logra mantenerse entre el 58 y 57 por ciento. En cuanto a su expectativa de gol también desciende unas décimas: 0.92 por las 1.1 que produce cuando juega con cuatro en el fondo. Los tiros por partido sufren un descenso de 7.5 por los 9.45 de la otra formación. Caso parecido al de los goles, 1 gol por partido contra 1,09. Sus tiros recibidos, eso sí, incrementan: 9,67 contra 9,45. Por el contrario recibe menos goles (0,83 contra 1,45) y baja la expectativa de gol en contra (1,08 contra 1,45). Cabe destacar que Panamá en el último año ha jugado 11 partidos con sistemas de cuatro atrás y 7 partidos con con tres en la retaguardia.

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Radar representativo del cambio que supone jugar con uno u otro sistema. La telaraña azul es la línea de 3 y la roja la línea de 4.

Radar representativo del cambio que supone jugar con uno u otro sistema. La telaraña azul es la línea de 3 y la roja la línea de 4.

Con estas cifras queda clara una cosa: la línea de 3 mejora los aspectos defensivos y la de 4 los ofensivos. Los sistemas de juego no tienen porque marcar una pauta per se de las conductas y funcionalidad colectiva; tener más defensas no siempre significara defender mejor y tener más atacantes tampoco es sinónimo de un ataque más prolijo. Todo se da según la adjudicación de roles y como el conjunto los va desarrollando. Aunque en este caso parece que sí, Panamá mejora a la hora de proteger su arco con la línea de 3 y a veces 5.

Cuando toca circular la pelota las afectaciones son evidentes con respecto a las formaciones: en una las transiciones vuelan, en la otra se estancan; un ataque posicional es fluido y rápido, y el otro menos elaborado. Sea cual sea el caso, Christiansen aún debe buscar equivalencia para que, sin importar el esquema, Panamá trabaje a partes iguales. Que pueda integrar lo mejor de ambos mundos (o sistemas), que las piezas se adhieran, se potencien mediante el plan y consigan un juego dominante (con y sin balón) por encima del dibujo.

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Ejemplo con secuencia de Panamá saliendo de una situación complicada con una circulación e intercambios de posición muy potables desde su 4-2-3-1.

Ejemplo con secuencia de Panamá saliendo de una situación complicada con una circulación e intercambios de posición muy potables desde su 4-2-3-1.

La ruta parece trazada: Panamá ha dado pequeños pasos en la búsqueda de crecer de a poco y no de manera fugaz. Quizás era lo que necesitaba. Pensar primero atrás y desarrollar después arriba. El juego se mueve a velocidades de vértigo y muchas veces querer seguirle la marcha puede ser perjudicial. Thomas parece trabajar en esa dirección y si los resultados le dan la mano, poco se podrá cuestionar el juego.