"Jesse" James Cleveland Owens fue un deportista revolucionario que rompió el molde para los deportistas afroamericanos en Estados Unidos y el mundo. Su historia quebró paradigmas que lo llevarían no solo a ser recordado por sus logros olímpicos e históricos, sino también por la manera en que vivió su vida.
Mientras estudiaba en la secundaria, Owens trabajó repartiendo mercancías, cargando y descargando vagones y fue zapatero también. Su pasión por correr surgió durante esta etapa de su juventud y fue aquí donde conoció a Charles Riley, su primer entrenador. Riley era profesor en la misma escuela donde Jesse estudiaba. Owens empezaría a entrenar antes del inicio de las jornadas escolares para poder cumplir con sus oficios después de clases. Owens le atribuyó la mayoría de sus éxitos a Riley por la buena formación que le brindó.
Jesse empezó a ganar atención en 1933, cuando igualó el récord mundial en la carrera de velocidad de 100 yardas (9.4 segundos) e impuso una nueva marca en salto de longitud (7.56 metros) durante el campeonato nacional de secundaria en Chicago.
Época universitaria en la Estatal de Ohio
El imperio de Owens seguiría en la Universidad Estatal de Ohio, donde ganó 8 títulos de atletismo de la NCAA. A pesar del grandioso éxito que generó, la universidad no lo dejó hospedarse en el campus y tuvo que vivir fuera del recinto con otros deportistas afroamericanos.
Su alma mater nunca le ofreció una beca, lo que forzó a Jesse a seguir trabajando para costearse sus estudios. En 1935 durante un encuentro deportivo de la conferencia Big Ten, Jesse lograría una de las hazañas deportivas más impresionantes en la historia de la disciplina. Owens estableció 3 marcas mundiales en las carreras de 200 yardas con vallas bajas, 220 yardas de velocidad y salto de longitud e igualó un récord en la carrera de velocidad de 100 yardas. Todo dentro de 45 minutos.
Gesta histórica en Berlín 1936
El gran momento de Owens vendría en las Olimpiadas de Berlín de 1936, donde cementaría su legado como uno de los mejores atletas que las pistas de tartán hayan visto. Adi Dassler, quien sería el futuro fundador de Adidas, se acercó a la villa olímpica para reunirse con Jesse y lo convenció de usar sus zapatos en las carreras, lo que se convirtió en el primer patrocinio de un atleta de color en la historia.
Owens haría lo impensable y ganó 4 medallas de oro en las carreras de 100 y 200 metros, salto de longitud y carrera de relevos 4 x 100 metros. La proeza de conseguir 4 medallas de oro en una sola olimpiada no había sido posible hasta ese momento. Jesse había llegado al pináculo del deporte.
Adolf Hitler junto a los altos dirigentes de la Alemania Nazi, estuvieron presentes en los Juegos Olímpicos. Hitler solo saludaba a los atletas alemanes que ganaran medallas, por lo que el comité olímpico le recomendó saludar a todos los participantes o no saludar a nadie. El Führer decidió por la segunda opción y solía retirarse de los estadios antes de la entrega de medallas si ningún alemán quedaba en el podio.
Después de sus participaciones, Jesse fue a entrevistarse para una transmisión deportiva cuando de manera coincidencial, pasó cerca del dirigente nazi. Según recuerda Owens, Hitler le saludó y él hizo lo mismo. El encuentro entre ambos habría ocurrido detrás del palco de honor, por lo que los medios no pudieron captar el momento.
Vida post-olimpiadas
En su regreso a Estados Unidos, Jesse pretendió seguir compitiendo, pero le revocaron su estatus de amateur, lo que le inhabilitó de futuras competencias y puso un fin a carrera deportiva. Se le ocurrió la idea de correr contra caballos como acto de entretenimiento y ejecutó la idea en múltiples ocasiones para poder generar ingresos.
Owens poseía mucho conocimiento sobre el Jazz, lo que le llevó a ser DJ del género por un tiempo. También fue dueño de una lavandería y trabajó en una gasolinera, pero cayó en bancarrota. Fue juzgado por evasión de impuestos en 1966, aunque pudo conseguir ayuda cuando el gobierno lo nombró embajador de buena voluntad de Estados Unidos para el Tercer Mundo.
Jesse fue un fumador regular gran parte de su vida, lo que le llevó a fallecer por cáncer pulmonar a los 66 años. La persistencia de Jesse es un caso ejemplar, peleó por sus sueños, nunca se dio por vencido y dejó su huella en la historia y las olimpiadas.
- Jesse Owens
Escrito por Jhavid Zapata